#Libertad Titiriteros

 

Gora Titiriteros / Libros para leer deprisa nº5.

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Animación de Fernando Lasheras a partir de un carte del Teatro Proletario de Kasperl, Berlín 1922. Impreso en Sansueña Industrias Gráficas, septiembre 1997.  Distribuído por la compañia Teatro Arbolé de Zaragoza.

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niños / terroristas / policías / jueces

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Uly Martín, 2008

Dos titiriteros han entrado en la cárcel acusados de enaltecimiento de terrorismo. Hicieron una función de guiñol de cachiporra para la gente en el barrio de Tetuán, dentro de la programación del Ayuntamiento de Madrid, en la que se denunciaban los montajes mediático-policiales-judiciales, pero he aquí que ellos mismos han acabado presos y enmarañados en un montaje como los que denunciaban [*], enviados a prisión por un juez excomisario de policía que ha estado involucrado en asuntos muy turbios [* y * y * y *].

Tenemos una justicia anidada a una noción de delito que sabemos contempla cualquier denuncia o reclamo de derecho, por inofensivo que parezca, como un acto terrorista y se recuerda a los niños (o a la gente) que existe la policía, como el hombre del saco, cuando quiere oponerse a la del niño una voluntad y un poder mayor. Pero nunca encontramos al coco por ningún lado, y sin embargo sí nos topamos hoy con la policía por todos. Habremos oído también a alguna madre o a algún padre afirmar con ternura que sus hijitos son pequeños terroristas. El hecho de que la figura del policía y el terrorista sean de forma cotidiana y doméstica dispuestas junto a los niños, nos lleva a pensar no sólo en la profunda interiorización familiar de las lógicas de dominio y poder, sino también en el abismo que separa a estas figuras de la del niño: de un lado toda la fragilidad, la vulnerabilidad (todo puede hacerse con los niños, pues su resistencia frente a nuestra fuerza es diminuta) de otro toda la brutalidad e insensibilidad (policías y terroristas pueden hacer lo que quieran, pues su fuerza frente a nuestra fragilidad desarmada es enorme).

En nombre del bienestar y la seguridad de la infancia, ya se sabe, se realizan toda clase de cálculos y se toman toda clase de precauciones. Pero el problema es que llamamos niño, como llamamos crisis y terrorista tal y como nos recuerda el Comité Invisible, sólo a eso que despreciamos y que pretendemos reestructurar, controlar, dominar o golpear. “Niños malcriados y altaneros” ha dicho hoy Alfonso Guerra sobre Podemos esta misma mañana.

Vehículo de desprecio, excusa para la sanción o el castigo, la idea de infancia que manejamos está permanentemente amenazada por nuestros planes autoritarios. Rehén de nuestras buenas intenciones, víctima de nuestra ‘sutil’ violencia.

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Defensores del alma de los niños / ¿Enemigos de la cultura popular?

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Ayuntañecos [* y *] en el Mercado de la Cebada. Fotografía de Fanetín [*]

La fiscalía, alarmada por la contemplación de escenas que pueden afectar gravemente al desarrollo intelectual y psicosocial de los niños [*] se plantea emprender acciones legales contra la corporación municipal. El ayuntamiento está indignado [*] y aunque no le parece que haya habido enaltecimiento del terrorismo, echa balones fuera haciendo suyos los argumentos de la fiscalía, admitiendo la posibilidad de que se hayan cometido actos ofensivos o lesivos para la sensibilidad. Cesan a un responsable sin darse cuenta que otros les hacen responsables a ellos por los mismos motivos [*], lo que debería hacernos pensar el mecanismo de manipulación que se ejerce en base a la protección de los niños.

A su vez, este falaz razonamiento fue esgrimido al comienzo por unos padres (¡Ay! ¡tan concernidos por las dosis de violencia cotidiana que se ejerce sobre los niños!) que fueron a la policía a denunciar a los cómicos, detonante inicial que puso la maquinaria en marcha, y que no parará hasta que, primero, no se entienda de forma general la clase de excepción narrativa, amorfa, desobediente, libertaria e indisciplinada es carnaval (una fiesta que parece sólo entienden verderamente los niños y que parece no es apta para adultos [*]) y, segundo, hasta que aceptemos que los niños no son tan idiotas como pensamos. Tan sensibles como el resto para la justicia o la injusticia, la bondad o la maldad. Los tratamos siempre incapacitándolos. Y como hacemos con el niño, se hace también con todo lo que se quiera tomar por infantil. Puede que los niños no entendieran nada, pero sus padres…

En cuanto a la cultura popular, recuerdo a Ricardo Doménech, experto en Valle-Inclán, decir que Manzano se estaba cargando las tradiciones de Madrid cuando el alcalde puso mamparas de cristal en Las Vistillas, impidiendo así a los suicidas de la ciudad regenerarse con un vuelo y, al citar a Valle, el viejo profesor acaso nos advertía del esperpento que aún gobernaba nuestra moderna sociedad. En sus clases pudimos conocer lo complicado que fue, durante la transición, generar resistencias culturales al orden impuesto por el franquismo y, frente al debate de la contestación o el posibilismo, él siempre nos puso delante situaciones comprometedoras para los amantes de las tomas rápidas de partido.

El mundo del teatro y el cine ha sido durante un tiempo conocido como el sector que daba voz a la protesta pero es irónico que en la Gala de los Goya que ayer tuvo lugar al tiempo que los titiriteros eran conducidos a Soto del Real, no se escucharan más que dos o tres voces de denuncia ante el abuso y el montaj (hoy, alguno de los premiados difundió anónimamente una foto con su premio en modo protesta *). Como decían en las redes, muchas de las películas que hoy son consideradas obras maestras, expuestas a los ojos de los niños en los museos (como Un perro andaluzLa edad de oro en el Museo Reina Sofía) no pasarían la censura de los políticos [*] de todo signo, que tenemos hoy.

Sería un muy torpe para Ahora Madrid y para la corporación en general llevarse el mérito de haber descafeinado y desconflictuado el guiñol de carnaval, haber permitido que se detuviera en su ciudad durante estas fiestas a unos cómicos que no han hecho más que  trabajar su profesión en libertad, y haber despedido a un trabajador que llevaba años esforzándose por su barrio. Presionados por aquellos que hacen un uso de la infancia ignomioso el ayuntamiento replica sus justificaciones, en lugar de defender sin matices la libertad de expresión y de las personas detenidas.

Sin entrar a discutir sobre la idoneidad o no del trabajo artístico que han programado políticos de uno y otro signo [*], la factura estética (que me parece, sí, precaria, artesana, pero cuidada) vale a muchos otros para echar más fuerte el cerrojo de las celdas de los titiriteros. Aunque mucha gente se ponga fina ahora hablando del dudoso gusto de la función guiñolesca (argumento que puede utilizarse para despreciar lo que sea pues ¿quién determinará el buen gusto? ¿los nuevos emprendedores de la cultura “libre”?) creo se trata de un buen ejemplo de un género cultural que ha sido una y otra vez sancionado por los poderes de cualquier signo: la marioneta, el fantoche, el bululú, el títere, la cachiporra, chanzas, jerigonzas carnavalescas, en fin, toda la guasa muñequil, violenta y constestataria, que pueda imaginarse cuando la operan los de abajo. Durante el 15M, vimos muchos de estos gestos. Con la visita del Papa y el loco desfile anticlerical que recorrió todo Madrid, la Cabalgata Indignada, los Ayuntañecos o la zarzuela desobediente El crepúsculo del Ladrillo. Ningún aprendizaje parece haberse hecho. Se gobierna desde arriba, con miedo, cesando al primero que se le adjudica el marrón, evitando pedir a las claras la libertad de los detenidos, desviando la atención sobre la protección de los niños….

Al conservador le parece intolerable ese gesto subversivo de libertad; al progresista no sólo le horroriza el mal gusto de la cultura del pueblo en nombre del cual, como ocurre con los niños, habla; también teme que se descubra el elitismo con el que gobierna cuando dice que lo hace en beneficio de los de abajo y cuyas formas culturales toman como actos de autocomplacencia radical [*] o simplemente como trabajos de mal gusto. Para después acusar a todos los que les critiquen como cómplices de la derecha.

Cito un pasaje de “Títeres con cabeza. Teatro de la crueldad, vanguardia infantil e imaginación social” de Germán Labrador Méndez:

                       “Es necesario abrir un nuevo escenario para entender las relaciones entre cultura y política en la primera modernidad española, que es el que corresponde a la esfera civil. Esta es una manera inteligente de disolver viejas tensiones entre interpretaciones comprometidas y no comprometidas de artistas. Es una manera de replantear las relaciones entre cultura letrada y cultura no letrada, campo y ciudad, nacional y de importación. […] La poética del guiñol en este contexto nos habla de libertad de expresión, de construcción de nuevas esferas públicas, de preguntas por derechos civiles, por la situación de las mujeres y de la infancia, de intentos de conservación y recuperación cultural, de sostenibilidad y de patrimonio inmaterial. Constituye un tipo de construcción de comunidad que pasa por recrear las relaciones entre sus miembros a través de la experimentación estética, atribuyendo un lugar para el otro y para la lengua del otro.”

Los abanderados de la nueva cultura social, libre y popular parecen saber lo que es bueno para la gente y lo que los niños necesitan, algo que ya pudo verse bajo el pretexto modernizador y ecológico en tiempos de reyes magos [ya hablamos aquí en la mitad del primer post de este blog *]. Ubu rey, o los electroduendes, igual da, hoy no serían apropiados para los niños. “Al parecer empezamos la segunda transición con menos libertades y menos coraje” ha dicho Alba Rico [*] El caso es que se dicta la misma lección: no es adecuado que los niños sepan de la violencia del mundo, lo que es un abuso policial o un desahucio, por ejemplo, pero no pasa nada que vean desfilar la Estrella de la Muerte o los soldados imperiales junto a la Policía [*] o se vuelvan a sus casas con los bolsillos llenos de caramelos y coronas de las grandes corporaciones. Hemos de mantener apartados a los niños de la realidad aunque en todos los sentidos ‘la sufran’ como los demás. Realidad que es fundamentalmente obra de los mayores, hay que decirlo. La protección y responsabilidad de la que todos alardean, parece más bien disimulo de la verdadera irresponsabilidad sobre los derechos fundamentales de la cultura y la sociedad.

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Sobre la posición tomada desde el municipalismo [*] en lugar de defender la libertad de expresión y la libertad de elegir como espectador sin merma de la libertad de expresión, el Ayto de Madrid se achanta y cae, como afirma Enmanuel Rodríguez hoy, en las redes de la sucia guerra cultural de la derecha [*] y de sus buenas intenciones progresistas. Una cesión de un trabajador posiblemente injusta [*] En las últimas horas parecen ir moviéndose con prudencia hacia la solidaridad con los detenidos [*] pero se sigue censurando el contenido de la obra y el debate sobre lo que pueden conocer los niños o no sigue congelado [*]. Se puede pedir la libertad de los titiriteros pero no se puede cuestionar la realidad que ponemos delante de los ojos de los niños y sobre todo, desconfiamos en que puedan entenderlo mejor incluso que nosotros.

Mientras tanto, muchos temas importantes siguen disimulándose: “La auditoría de la deuda se realiza a cuentagotas. Los avances en materia de vivienda apenas pasan de lo cosmético. Las remunicipalizaciones se esfuman de la agenda. Se aceptan las operaciones Mahou-Calderón, Canalejas, y a buen seguro tramos del macro proyecto Chamartín. En definitiva, se cede progresivamente en todo lo que haya que ceder frente a los chantajes más evidentes de la oligarquía política y económica”.

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el arte explicado a los adultos

Un comunicado [*] de CNT Granada donde se explica la obra La Bruja y Don Cristobal de la compañía en prisión Teatro desde Abaj. Ay Manuela, gracias por venir a la Gala de los Goya.

                      “La Bruja y don Cristóbal” procura representar, bajo las figuras recurrentes de cuentos y teatros, la “caza de brujas” al movimiento libertario que ha sufrido en los últimos años, con los montajes policiales estilo “Operación Pandora”. La obra está protagonizada por una bruja, que representa a las personas de mala fama pública, y que se ve en la situación de enfrentarse a los cuatro poderes que rige la sociedad, esto es: la Propiedad, la Religión, la Fuerza del Estado y la Ley. La protagonista está en su casa, y, en primer lugar, su vida es interrumpida por la aparición del “Propietario”, que resulta ser el legítimo poseedor legal de la casa donde vive. No existen monjas violadas; bajo la forma de los muñecos, los adultos podemos comprobar que el propietario decide aprovecharse de la situación para violar a la bruja; en el forjeceo, la bruja mata al propietario. Pero queda embarazada, y nace un niño. Es entonces cuando aparece la segunda figura: una monja, que encarna la Religión. La monja quiere llevarse al niño, pero encuentra resistencia en la bruja, y en el enfrentamiento, la monja muere. Es entonces cuando aparece el Policía, que representa la Fuerza del Estado, y golpea a la bruja hasta dejarla inconsciente, y tras ello, construye un montaje policial para acusarla ante la Ley, colocando una pancarta de “Gora Alka-ETA” sobre su cuerpo, que intenta mantener en pie para realizar la foto, como prueba. A partir de este montaje policial, surge la cuarta figura, que es la del Juez, que acusa, y condena a muerte, a la protagonista, sacando una horca. La bruja se las arregla para engañar al juez, que mete la cabeza en su propia soga, y la aprovecha para ahorcarle, para salvar su propia vida. El relato continúa algo más, pero esta es la esencia de lo que transcurre, y donde se encuentra toda la polémica.

Quien se imaginara a la CNT explicando a los adultos de todo signo político el significado de una obra de títeres de barrio. Y es que puede decir que es de los contextos libertarios de han salido, al menos en lo que se refiere a la arqueología política del guiñol patrio, los análisis más detenidos [*]

Los abogados de los titiriteros han hecho una defensa [*] que igual valdría para que Ahora Madrid entendiera de otro modo, que no por el emprendimiento, lo que significa una cultura popular, libre y social.

También las vecinas de Tetuán han escrito un comunicado denunciado el despido del responsable de la programación [*]. Es difícil achacar estas críticas a no sé qué conivencia con el ataque de la derecha. Léanse el dossier de prensa que ha compilado la Asociación Cultural El Lokal del Raval [*] y luego piensen si se trata de hacerle juego a la derecha [*].

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violencia

Heinrich Hoffmann autor de la cruenta y turbadora fábula de Struwwelpeter [Pedro Melenas], publicado en 1844, hace a sus personajes infantiles portadores de una fuerza violenta originaria tan viciosa como irruptiva, difícilmente controlable. La Pandilla Basura o la violencia de Tom y Jerry serían ejemplos algo más contemporáneos. Ese desparpajo con el que se muestra una violencia puede ser contemplado como el impulso de desobediencia, de desajuste, de ruptura, de desorden; pero también como principio de (o un pretexto para) una vieja-nueva pedagogía del escarmiento y la coacción. En términos ‘psico’, a través de tales representaciones, puede organizarse cierto dominio simbólico de una serie de fantasmas que angustian a los adultos y así negociar los miedos y preocupaciones de sus menores. Quizá en este sentido pueda pensarse el hecho de que Goethe, que criticó suficientemente los peligros de la revoluciones violentas, regalara una pequeña guillotina de juguete a su hijo August. Pero quizá la representación de esta clase de violencia infantil tenga más que ver con una fuerza que, como sucede en la operación dramatúrgica de la suplantación, permite poder representar lo irrepresentable “a una distancia necesaria para abordar la crítica al mal”. Es en este sentido que toda la violencia del retablillo censurado estos días sería tan sólo una herramienta justamente para que los más pequeños puedan abordar una crítica del mal.

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Paulinchen, [Paulina] y bösen Friederich [Federico el cruel], Struwwelpeter [Pedro el Melenas] Hoffmann, 1844.
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Struwwelhitler. Robert y Phillip Spence, 1941. Vomito Ricardito. Cromo de La Pandilla Basura, 1985.

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galería

Y una pequeña galería del arte del muñeco que los que se creyeron los “soviets de Madrid” sancionan por incumplimiento de contrato o mal gusto y la fiscalía del Estado castiga por enaltecimiento terrorismo.

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Collage Revista AIZ. John Heartfield
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Guignol de La Tarumba en el frente de guerra republicano. 1938
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Bread & Puppet

 

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Equipo Crónica, 1972. Encuentros de Pamplona

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“Cuando los políticos hacen el payaso a los payasos nos toca hacer política”. Ayuntañecos [* y *]
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Ayuntañecos [* y *] en el Mercado de la Cebada. Fotografía de Fanetín [*]

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Concentraciones

 

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