“La vida activa” / Calais

 

La asociación “La Vie Active” (Via activa), que gestiona el centro Jules Ferry de antención a los inmigrantes [*], ha instalado unos barracones en Calais para albergar más de 1,500 inmigrantes. Lundi Matin ha publicado hoy unas fotos que un arquitecto sacó de allí tras una visita [*] y un extenso artículo sobre los contenedores de la vergüenza [*] Una nota le acompaña:

“Una alineación de contenedores numerados, una instalación puramente técnica, a pesar de la buena sensación en relación al lugar y al programa de alta sensibilidad.
Obviamente es un centro para acoger a 1.500 personas que no ha sido concebido por un arquitecto. Enfrente la selva, construido para los hijos de la época por los inmigrantes, ONG’s y escuelas de arquitectura, finalmente encontró su alma, la de la “ciudad mundial” en la que viven los iraquíes, afganos, eritreos, sudaneses, británica, belgas, franceses.
140 personas están alojadas hoy en estos contenedores. Pero estos hogares sin duchas, sin cocina pero con control de acceso biométrico mediante la palma de la mano están vacíos. Los migrantes están ahí de paso, no para instalarse en estos campos de concentración policiales” 

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Lo de que “no ha sido concebido por un arquitecto”, bueno, presupone una sensibilidad para los arquitectos sumamente discutible. Como si a los arquitectos nunca se les hubiera ocurrido la brillante idea de imaginar vidas en contenedores destinados al transporte de mercancías. De hecho les encantan y estas invenciones son presentadas por los arquitectos como la panacea del reciclaje y el ahorro [*] Sólo hay que pintarlos de colorinchis para disimular el proceso de mercantilización de las vidas que esconden. El estudio MVRDV, los ha utilizado con aplomo en sus proyectos: el Centro de estudio contra el Cáncer en Amsterdam [*] o más preocupante aún, su “Container City”de Londres.

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Container City. MVRDV

 

Cmglee
Container City / London

Dice José Bautista en su crónica “Una noche en La Jungla de Calais” publicada en ElDiario.es [*] sobre estos barracones.

“El camino a la calle comercial flanquea una zona vallada e iluminada custodiada por guardias con perros. En el interior hay varias decenas de contenedores blancos. La imagen recuerda a una escena de ‘La lista de Schindler’. El recinto es un nuevo campamento construido con fondos públicos para alojar a los desplazados que desde mediados de enero son expulsados de las chabolas cercanas a la autopista.

Para disfrutar de la limpieza y seguridad de las nuevas instalaciones es obligatorio registrar las huellas dactilares, una marca que más tarde emplean las autoridades británicas para devolver a Francia a quienes logran cruzar el Canal de la Mancha. La práctica también funciona en sentido contrario: el hermano de Sehia no puede ir a Francia porque le tomaron las huellas en Inglaterra”.

Para acceder al nuevo campamento construido por el gobierno francés es obligatorio registrar las huellas dactilares / JOSÉ BAUTISTA
Contenedores a cambio de huellas. José Bautista [*]
Cartel en Calais: "La pobreza no es un accidente, como la esclavitud o el apartheid ha sido creada por el hombre y puede ser suprimida por las acciones comunes de la humanidad" / José Bautista
“La pobreza no es un accidente, como la esclavitud o el apartheid ha sido creada por el hombre y puede ser suprimida por las acciones comunes de la humanidad” / José Bautista[*]

“En el campamento de emigrantes y refugiados de Calais malviven más de 7.000 personas que huyen de la guerra y el hambre. Entre charcos de lodo, chabolas de plástico y basura, sus habitantes aguardan la noche para intentar colarse en algún tren o camión con destino a Reino Unido,a treinta kilómetros al otro lado del Canal de la Mancha. Allí les espera un familiar o un amigo y la esperanza de tener una vida digna. […] La jungla de Calais empezó a crecer cuando la policía desmanteló otros campamentos cerca del Eurotúnel y el puerto. Gracias a la labor de asociaciones, voluntarios y emigrantes que vuelven para ayudar tras obtener el permiso de residencia, el campamento cuenta con un centro de vacunación, una iglesia, una mezquita y hasta una carpa donde pinchan música. Sin embargo, la higiene brilla por su ausencia y al caer la noche las ratas se apoderan del campamento. Ya ha habido varios brotes de sarampión, sarna y otras enfermedades, y ahora los voluntarios no dan abasto con las vacunas contra la gripe. La luz de las sirenas marca el final de las chabolas y tiendas de campaña y el principio del mundo urbano, concretamente la autopista. Desde agosto de 2015 el gobierno mantiene desplegados a 1.300 policías en Calais, una medida que agrada a los locales, entre quienes el Frente Nacional es cada vez más popular.”

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Que descansen en rebelión

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