En una entrevista Camille de Toledo, preguntado sobre si pondría alguna bomba en algún sitio respondió:
-. ¡No! ¡Qué atraso, qué antiguo! Crearía un evento. ¡Y un libro puede serlo! Si escribo “va a empezar a llover”, hay esperanza de que empiece a llover. ¡Creo en las palabras!

Creemos en las palabras quizá por su potencia de orientarnos hacia la acción. Aunque casi siempre somos para la ausencia material de ese vínculo, a veces ocurre que algo resuena de otro modo y lo roza. Roza el mundo de otro modo que no por el gesto explotador e indiferente.

Armé en otro lado un blog con la correlación de trabajos, de creaciones, de elaboraciones y compañías [*]. Pero echaba de menos un cuaderno en el que bocetar pensamientos, lanzar preguntas, habitar contradicciones y recoger algunas formas. Hubo varias aventuras digitales antes. Puede que nadie tenga tiempo de leer, puede que yo no encuentre o cuide el tiempo para continuar. Se cruzaron algunos problemas y algunas preguntas. Volvieron algunas necesidades y algunos anhelos… abrir esto es una forma de comenzar a hacerse cargo de ello.

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[j u b e n a l i a]

Quizá a determinada gente de Madrid, de determinado rango de edad, pueda resonarle el nombre de este blog.  Quizá en otro momento me ocupe de contar algo de esa historia, de las juvenalias, la fiesta de los jóvenes que Nerón añadió a las Saturnales [*] y que los socialistas montaron para los niños y niñas de Madrid allá por comienzos de los ochenta.

Menores (e ideas de ‘minoría’) a los que este cuaderno quiere prestar especial atención, sin que por ello se convierta en un redil del que no podamos salir de tanto en tanto.

Para el término juvenalia, cabe inventarse una etimología por el juego homofónico de la v/b que introduce, en su acepción francesa [jubé] una forma arquitectónica de los templos o iglesias situada justamente en la frontera entre el mundo de los que controlan el rito y los fieles que lo practican. La ‘cruz del pueblo’ corona esa división que ocupa también muchas veces el coro alto.

Doksaal_locatie

En una película bellísima de Antonio Reis y Margarita Cordeiro, Trás-os-Montes, hay una escena en la cual el viejo concejo-coro del pueblo y el pueblo de hoy se confunden, o más bien se encuentran en el mismo lugar, en el mismo tiempo [*]. Tiempo otro encontrado con sí mismo cuyos medianeros resultan ser unos pocos niños.

Con Jubenalia declaro (otra vez con ánimo mercuriano) una voluntad de permanecer en ese límite, en el crucero de una división (¿sagrada?) del mundo, sólo interrupida (¿profanada?) quizá por las revoluciones de todas las escalas que aún soñamos y para las que apenas conseguimos darnos la palabra que las acerca para la acción.

Y sin embargo seguimos escribiendo.

R

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  1. We are the artists
    We are the recorders
    We are the historians
    We are the story tellers
    We are the dreamers
    We are the artists
    We are the children of the Universe
    We are the children of the Cosmos

    Margaret Burroughs
    1976

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